La necesidad es mayor que la actividad sexual
En las sombras del deseo humano, se libra una batalla que ha atrapado a los hombres desde la noche de los tiempos. La Biblia revela una verdad aleccionadora: Un hombre bajo la ira de Dios comete adulterio. No se trata simplemente de un lapsus de juicio; es la manifestación de un corazón alejado de su Creador. Romanos 1:18 advierte, «La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con su injusticia ocultan la verdad». Basándonos en mi libro, Bedding Ishtar, comprendemos que el adulterio no es un acto aislado, sino una comunión con una fuerza espiritual. Este antiguo demonio atrae a los hombres a la seducción de la destrucción. Sin embargo, hay esperanza: reconocer esta verdad abre la puerta a la liberación divina.
El adulterio no es la causa de un corazón caído; es su revelación.
El principio es claro: el adulterio no es la causa de un corazón caído; es su revelación. Como enseñó Jesús en Marcos 7:21-23 «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio… Todas estas cosas malas salen de dentro, y contaminan a la persona». El acto de adulterio desvela un corazón que ha cambiado la adoración a Dios por la adoración al yo o a dioses falsos. En La cama de Ishtar, esto se enmarca en la mezcla con el espíritu de Ishtar, la antigua diosa de la sensualidad y la guerra, que seduce y destruye. No se trata de una mera tentación física, sino de una rebelión espiritual que exige una solución más profunda que la autodisciplina. Desde el punto de vista motivacional, esto cambia nuestro enfoque: no sólo estás luchando contra un comportamiento; estás reclamando tu corazón para Dios.
La Práctica: Comprender la batalla espiritual
La necesidad más allá de la ley
El hambre que impulsa el pecado sexual es mucho mayor que el deseo físico: es un vacío espiritual que clama por satisfacción. En Bedding Ishtar, subrayo que los hombres no sólo tropiezan en el pecado; una sed equivocada les atrae en busca de significado e intimidad, que sólo Dios puede satisfacer. El ansia no es de sexo, sino de satisfacción. La atracción es por afecto. El Salmo 63:1 declara, «Oh Dios, tú eres mi Dios; con insistencia te busco; mi alma tiene sed de ti; mi carne desfallece por ti, como en tierra seca y fatigada donde no hay agua». Cuando buscamos satisfacción en placeres fugaces, invitamos al espíritu de Ishtar a llenar el vacío destinado a Dios. La llamada motivadora es clara: redirige tus anhelos más profundos hacia Aquel que te creó, y encuentra un manantial de vida que ninguna falsificación puede igualar.
El descenso del pecado sexual
Sin control, esta hambre espiritual arrastra a los hombres a una espiral descendente, como se describe en Romanos 1:24-28, donde Dios «los entregó» a sus lujurias como una forma de juicio. Este descenso, descrito vívidamente en Bedding Ishtar, refleja la atracción gravitatoria del pecado, que conduce a expresiones de rebelión cada vez más oscuras:
- El adulterio: La traición de los votos del pacto, como se vio en el pecado de David con Betsabé (2 Samuel 11), fractura las familias y las almas. Proverbios 6:26 advierte, «Porque la prostituta te reduce a una hogaza de pan, y la adúltera se aprovecha de tu propia vida». Es el primer paso, que revela un corazón ya a la deriva.
- Fornicación (Pornografía): El espíritu de Ishtar prospera en la pornografía moderna, que es un altar demoníaco donde los hombres sacrifican su dignidad. Mateo 5:28 equipara las miradas lujuriosas con el adulterio, y la accesibilidad de la pornografía lo amplifica, deformando las percepciones y esclavizando las mentes.
- La homosexualidad: Romanos 1:26-27 la describe como un paso más en el rechazo del diseño de Dios para la sexualidad. Mientras que la cultura puede normalizarlo, las Escrituras nos llaman a defender compasivamente el orden de Dios, ofreciendo libertad mediante el poder transformador de Cristo.
- Transgenerismo: Refleja una rebelión contra el orden creado por Dios (Génesis 1:27). La búsqueda de una identidad definida por uno mismo, en lugar de la identidad dada por Dios, conduce a la confusión interior, como escribo en Bedding Ishtar, donde el engaño de Ishtar distorsiona la verdad.
- La pedofilia: Una horrible violación de la inocencia, condenada en Levítico 18:6-23, representa la naturaleza depredadora del pecado. Es una cruda advertencia de adónde conducen los deseos desenfrenados.
- La zoofilia: La perversión suprema, mezcla de violencia y sexo (Levítico 20:15-16), desafía por completo el orden de la creación de Dios, reduciendo a los hombres a meras bestias bajo el dominio de Ishtar.
Esta progresión no es sólo un deslizamiento moral; es una rendición espiritual a una fuerza que pretende «reducir a los hombres a mero pan». Sin embargo, este descenso es también una llamada a la acción: Puedes liberarte enfrentándote a la raíz espiritual.
El pecado sexual como juicio
La Biblia revela una verdad escalofriante: el pecado sexual es en sí mismo una forma de juicio. Romanos 1:24 afirma, «Por eso Dios los entregó en la concupiscencia de sus corazones a la impureza, a la deshonra de sus cuerpos entre sí». Cuando rechazamos a Dios, Él permite que nos enfrentemos a las consecuencias de nuestras elecciones, no por crueldad, sino para despertarnos. En Bedding Ishtar, sostengo que la pornografía y otros pecados sexuales no son sólo fallos personales: son enredos con un espíritu demoníaco que se alimenta de la debilidad humana. Esto no pretende avergonzar, sino motivar: Reconocer el pecado como juicio es el primer paso hacia el arrepentimiento y la restauración.
Reconocer el pecado como juicio es el primer paso hacia el arrepentimiento y la restauración.
Girar el corazón
La esperanza de mi libro, Bedding Ishtar, reside en la liberación, no en la disciplina. La santidad no se alcanza mediante la fuerza de voluntad, sino mediante la entrega a la gracia transformadora de Dios. Ningún hombre puede disciplinarse para alcanzar la santidad. He aquí cómo transformar tu corazón:
- Arrepiéntete con propósito: 2 Corintios 7:10 dice, «El dolor piadoso produce un arrepentimiento que lleva a la salvación sin remordimientos». Reconoce tu pecado, no como un mero error, sino como una rebelión espiritual. Vuélvete a Dios con un corazón dispuesto al cambio.
- Busca la Liberación: Como subraya Kennedy, vencer a Ishtar requiere la intervención divina. Reza como hizo David en el Salmo 51:10, «Crea en mí un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí». Busca el poder de Dios para romper las fortalezas espirituales.
- Construye un Acuerdo Piadoso: En nuestras discusiones anteriores, he hecho hincapié en el poder del acuerdo por encima de la mera responsabilidad. Mateo 18:19 promete, «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos». Rodéate de hermanos que recen en unidad, reforzando tu resolución de vencer al pecado.
- Sumérgete en la Verdad: El Salmo 119:11 declara, «He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti». Deja que las Escrituras remodelen tus deseos, contrarrestando las mentiras de Ishtar con la verdad de Dios.
- Huye de la tentación: El ejemplo de José en Génesis 39:12 -huyendo de la mujer de Potifar- muestra el poder de la acción decisiva. Instala filtros, establece límites y persigue la santidad de forma proactiva.
El clímax motivacional es éste: No luchas por la perfección, sino por la libertad que conlleva la pureza. 1 Corintios 6:11 proclama, «Y así erais algunos de vosotros. Pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo». Puede que el espíritu de Ishtar haya matado a miles de personas, pero la victoria de Cristo es mayor. Únete al Reto de 45 Días en FivestarMan.com para iniciar este viaje con pasos prácticos y el apoyo de la comunidad.
En conclusión, la revelación de un corazón caído por el pecado sexual no es tu derrota: es tu oportunidad. Como el hijo pródigo (Lucas 15:11-32), puedes volver al abrazo del Padre. El espíritu de Ishtar puede tentar, pero el Espíritu de Dios transforma. Cambia hoy tu corazón y entra en la vida abundante que Cristo promete.