Por qué le ocurren cosas malas a la gente buena y por qué le ocurren cosas buenas a la gente mala
La vida parece a menudo una paradoja. Vemos a individuos justos soportando penurias -enfermedad, pérdida o traición-, mientras que los que se burlan de la moralidad parecen prosperar con riqueza, salud y facilidad. Esta tensión ha resonado a lo largo de los siglos, haciendo que muchos se pregunten: ¿Dónde está la justicia de Dios? Como creyente, yo también he luchado con esto. Pero las Escrituras revelan una verdad más profunda sobre la justicia de Dios, que trasciende nuestra perspectiva limitada y nos invita a Su propósito eterno. He aquí cinco puntos bíblicamente fundamentados para comprender por qué les ocurren cosas malas a las personas buenas y por qué les ocurren cosas buenas a las personas malas, afirmando al mismo tiempo la naturaleza inquebrantable de la justicia de Dios.
1. La Justicia de Dios opera en una línea temporal eterna
Vivimos en un mundo limitado por el tiempo, que ansía resoluciones instantáneas. Cuando una persona buena sufre o una malvada prospera, suponemos que la justicia ha fracasado. Sin embargo, la justicia de Dios no se limita al aquí y ahora. Eclesiastés 3:11 dice, «Él ha hecho que cada cosa sea bella a su tiempo. También ha puesto la eternidad en el corazón humano». Lo que nosotros vemos como retraso, Dios lo ve como preparación para un resultado eterno.
Piensa en Job, un hombre justo que lo perdió todo: familia, riqueza y salud. Sus amigos le acusaron de pecado oculto, pero el propósito de Dios era mayor. Job se enfrentó a un horrible e histórico ataque satánico. Job era un hombre bueno que soportó las pruebas con integridad.
El sufrimiento de Job no era un castigo; era un fuego refinador, que revelaba la restauración final (Job 42:10). Mientras tanto, los malvados pueden florecer temporalmente, como describe el Salmo 73:3-5, pero su fin es inevitable (Salmo 73:17-19). La justicia de Dios no está ausente: es eterna, y garantiza que cada acto se sopese en Su momento perfecto.
2. El sufrimiento refina a los justos, no a los malvados
Las cosas malas no les ocurren a las personas buenas como un error cósmico. Romanos 5:3-4 nos dice, «También nosotros nos gloriamos en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, carácter; y el carácter, esperanza». Las pruebas forjan el carácter piadoso, acercando a los justos al corazón de Dios.
Contrasta esto con los malvados. La prosperidad a menudo les ciega ante su necesidad de arrepentimiento. Jesús advirtió en Lucas 6:25 «Ay de vosotros, que ahora estáis bien alimentados, porque pasaréis hambre». Sus «cosas buenas» son efímeras, una ilusión temporal que enmascara su pobreza espiritual. La justicia de Dios permite que el sufrimiento santifique a los justos y se lo niegue a los malvados, dándoles espacio para arrepentirse o enfrentarse al juicio (2 Pedro 3:9).
3. La lluvia cae sobre justos e injustos
Jesús enseñó en Mateo 5:45 «Hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos». Este mundo no está diseñado para recompensar perfectamente la virtud o castigar el vicio, no todavía. La gracia común significa que tanto los piadosos como los impíos experimentan los altibajos de la vida. Una buena persona puede enfrentarse a una tormenta, no porque Dios esté enfadado, sino porque es humana en un mundo caído. Una mala persona puede disfrutar del sol, no porque Dios lo apruebe, sino porque Su misericordia se extiende incluso hasta ella… por ahora.
Este principio refleja la justicia de Dios: Él no manipula cada momento para que se ajuste a nuestras expectativas. En cambio, gobierna con paciencia, prometiendo un día final en el que «el Hijo del Hombre separará las ovejas de las cabras» (Mateo 25:32-33). Hasta entonces, confiamos en Su plan mayor.
4. Las decisiones humanas se propagan por un mundo roto
El pecado fracturó la creación de Dios, desatando un caos que afecta a todos. Cuando una buena persona sufre -un niño enferma, una familia pierde su hogar-, no siempre se trata de un castigo divino. A menudo, es el efecto dominó de un mundo que gime bajo el peso del pecado (Romanos 8:22). El libre albedrío significa que los malvados pueden dañar a los inocentes, y las catástrofes naturales no discriminan.
A la inversa, a la gente mala le ocurren cosas buenas porque ellos también navegan por este sistema roto. Un hombre de negocios corrupto puede beneficiarse de la explotación, no porque Dios le bendiga, sino porque las consecuencias del pecado están desigualmente distribuidas en esta época. Sin embargo, la justicia de Dios no es ciega. Gálatas 6:7 nos asegura, «No os engañéis: Dios no puede ser burlado. El hombre recoge lo que siembra». La cosecha puede retrasarse, pero es segura.
5. La justicia de Dios triunfa mediante la redención, no mediante el castigo
A menudo equiparamos la justicia con el castigo: el bien recompensado, el mal aplastado. Pero la justicia de Dios culmina en la redención. La cruz es la prueba definitiva: Jesús, la única persona verdaderamente buena, sufrió el peor destino para redimir a los indignos: nosotros. Isaías 53:5 dice, «Él fue traspasado por nuestras transgresiones… y por sus heridas hemos sido curados». Si la justicia de Dios fuera mera retribución, todos estaríamos perdidos.
Esto invierte el guión. Las cosas malas que les ocurren a las personas buenas -como Cristo- pueden servir a un propósito redentor más allá de nuestra comprensión. Las cosas buenas que les ocurren a las personas malas -como nosotros antes de la salvación- reflejan la gracia de Dios, que les llama a volver atrás. Su justicia no consiste en ajustar cuentas, sino en restaurar lo que el pecado destruyó. Apocalipsis 21:4 promete un día en el que «ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor». Hasta entonces, cada lágrima derramada por los justos y cada lujo disfrutado por los malvados se tiene en cuenta en el plan redentor de Dios.
La verdadera naturaleza de la justicia de Dios
La justicia de Dios no es una máquina expendedora de premios o castigos instantáneos. Es un tapiz tejido a lo largo de la eternidad, que equilibra la misericordia y el juicio con precisión divina. A las personas buenas les ocurren cosas malas para refinarlas, prepararlas o cumplir un propósito que aún no podemos ver. Santiago dice «Considerad que es pura alegría, hermanos míos cuando os enfrentéis a pruebas de muchas clases porque sabéis que la prueba de vuestra fe produce perseverancia. Dejad que la perseverancia termine su obra para que seáis maduros y completos, sin que os falte nada.»
A los malos les suceden cosas buenas como una misericordia, una advertencia o una sombra fugaz antes del ajuste de cuentas. El Salmo 89:14 declara, «La rectitud y la justicia son el fundamento de tu trono; el amor y la fidelidad van delante de ti». La justicia de Dios es perfecta porque está arraigada en Su carácter: santo, amoroso y eterno.
Entonces, ¿qué hacemos con esto? Confiamos. Perseveramos. Nos anclamos en Aquel que ve el final desde el principio. Si estás luchando contra la injusticia de la vida, te invito a que aceptes el Reto de 45 días en FivestarMan.com. Es un viaje para alinear tu corazón con la verdad de Dios, crecer en la fe y descubrir tu propósito en medio de la paradoja. Empréndelo hoy, porque incluso cuando el mundo no tiene sentido, la justicia de Dios nunca falla.
Neil Kennedy es el fundador de FivestarMan, dedicada a inspirar a los hombres a vivir con un propósito auténtico e integridad bíblica.